martes, 10 de junio de 2008

Un plan


Él solo queria olvidar. Acomodó una vez mas las ideas en su mente y se dispuso a una nueva realidad. Un cambio, una actitud, una elección.
Volvió a releer en su mente, para no dejar de lado ningun detalle, y partió. Tenía presente un destino, un final, un accionar para que su plan saliera tal como lo habia previsto.
Caminó, se subió al autobús creyendo, imaginando. El camino era largo, no estaba cerca... Debería tener paciencia y entender que las cosas llevan su tiempo, pero eso le generaba miedos, incertidumbres y el plan no estaba contemplando esos imprevistos. Algunas paradas antes ya comenzaba a sentir en su cuerpo los nervios el destino, del no saber, del enfrentarse finalmente a aquello que sabía posible.
Caminó, decidió hacer una parada en un kiosko cercano, encargó un beldent y los cigarrillos de siempre (no era momento para quedarse sin uno en esos casos).
Llegó, tocó timbre, esperó.. Las caras eran las mismas, el lugar era el mismo, pero algo estaba distinto, quizás él. A menudo uno pone los cambios personales en cambios ajenos, pero tanto ellos como él sabian que eso no era así.
Tomó, comió, se rió, habló, habló mucho, no importaba mucho que se decía, solo era necesario evitar el silencio. Hasta que llegó. Llegó ese momento. Los nervios aumentaban, su presión debería estar por las nubes, las pulsaciones, la agitación...
Pero había algo en el plan que no estaba contemplado, que no entendía de que manera podría suceder algo así. Cómo no se le había ocurrido siendo algo tan posible. Quizás sus deseos de ese "destino" cumplido hacian comprender a ese plan como el perfecto.
Ella apareció, él agitado la miró, y al instante no podía comprender, ella no estaba sola, ella ya no lo necesitaba, ella estaba esplendida, quizas más hermosa que nunca entró dejando libre aquel perfume tan particular que hacia erizarle la piel cuando ella le sonría a solas.
Él simplemente contempló, no sabía que hacer, eso no estaba en su guión tan perfectamente ordenado. Caminó, tomó, creyó que ese era el momento de uno de sus cigarrillos habituales y no dudó en prender uno para poder pensar. Estaba desconcertado. Respiró, se enojó, entristeció...

Luego comprendió. Los destinos siempre tienen una variante, es esa que no se puede contemplar de antemano. Esa tan peculiar que hace trastabillar todo nuestro historial con un solo pestañar. Pero eso ahora no importaba. Lo importante era poder comprenderlo, solo contemplarlo, aceptar diferentes caminos. No ser unidireccional, ni pretender planes perfectos.
El enojo, la bronca, la duda, duraron poco. El cigarrillo se consumió y tan solo sonrió. Se observó, se acomodó el saco. Estaba sorprendido. ¿Sorprendido de su comprensión? Tal vez..
Tomó su copa, se dió cuenta que ya estaba vacía y decidió que era un buen momento para volver a llenarla...

Porque aunque no parezca, siempre hay espacios vacíos..


Esperandonos, buscandonos..

2 comentarios:

Lady Camila Carrara dijo...

No puedo opinar.

No entiendo los espacios vacios.

beso amiga!!!

Capitan de su calle dijo...

Muy bien querida!
Por buen camino literario, no me abandone eh?

Coincido con Lady.


Yo tampoco entiendo "Los espacios vacios"
ja